Fui no hace mucho a dar una conferencia a Casablanca, invitado por Driss Kettani. Para mí Casablanca, desde Cádiz, resultaba muy familiar por mil razones. Dí mi conferencia en francés ante, no sólo un grupo de jóvenes arquitectos marroquíes y estudiantes de arquitectura de Rabat, sino también con la presencia de algunos arquitectos mayores que me llegaron a emocionar. Era como hablar en mi casa. Desde entonces en mi Estudio, sobre mi ordenador, un pequeño cuadro reza LA ILAHA ILA ALLAH, que significa: no hay más Dios que Dios.
Tras la conferencia pedí a los organizadores que me llevaran a ver alguna obra suya. Y debo confesar que los dos conjuntos universitarios que habían construido, uno en Guelmin y el otro en Taroudant, eran de tal calidad que no pude menos que escribir luego un texto sobre ellos, El Kabbaj, Kettani y Siana, publicado en mi último libro Poética Architectónica.
Y ahora acaban de terminar un nuevo conjunto universitario, una pequeña ciudad universitaria en Laâyoune. Tan bien está que no pudo menos que volver a escribir sobre su arquitectura.
Sobre mi mesa tengo una gran caja de dulces marroquíes de una boulangerie- patisserie-traiteur llamada La Calidad que son, como su propio nombre indica, de óptima calidad. Y siendo todos los dulces diferentes, tienen algo en común. Como los edificios de Laâyoune. Todos diferentes pero con rasgos comunes, la construcción y el color y el aire, que hacen que su conjunción, su orden, sea muy eficaz. Una vez más Laâyoune vuelve a ser como una pequeña ciudad con sus calles y sus plazas. Una vez más vuelven a emplear los mecanismos que en Guelmin y en Taroudant fueron tan eficaces. Quizás aquí con más madurez, con más frescura, con más libertad. Los huecos y los elementos para el control de la luz y la sombra tienen variaciones como las tienen las partituras de Bach. Y las dobles fachadas para traer la sombra adecuada, están tratadas con sabia maestría.
El Kabbaj, Kettani y Siana, son todavía jóvenes y tienen todavía mucho que ofrecernos. Quizás deberían estar ya como profesores en Rabat donde ellos estudiaron, donde podrían transmitir que es posible levantar una arquitectura contemporánea de primerísima calidad, sin perder por ello las raíces de una civilización que tan buenos frutos arquitectónicos ha dado.
Alberto Campo Baeza